Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)

Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)

 


El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es el término actual para definir un desorden del desarrollo que se presenta tanto en niños como en adultos, compuesto de dificultades para controlar la conducta, sostener la atención y resistirse a las distracciones.

De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Psiquiátrica Americana en su versión número IV (DSM IV), el TDAH se caracteriza principalmente por: Inatención, Impulsividad e Hiperactividad, síntomas que afectan el desarrollo y la calidad de vida de las personas que lo padecen, particularmente, si no es detectado y manejado a tiempo.

La Inatención, es la incapacidad para mantener y sostener la concentración durante el tiempo suficiente que permita responder adecuadamente a ciertos estímulos, manifestándose en la dificultad para hacer las tareas o trabajos que se requieren, porque cambian de estímulo fácilmente, no terminan lo que hacen, interrumpen la tarea, no observan los detalles, no escuchan, tienen dificultad para organizarse, pierden sus cosas constantemente y se olvidan de hacer sus tareas. En suma, las personas no pueden poner atención a los trabajos que realizan y no se concentran en un sólo estímulo por mucho tiempo. Cuando los niños y niñas padecen este tipo de TDAH presentan un bajo rendimiento académico, o bien presentan ciertos problemas de aprendizaje.

La Hiperactividad, se caracteriza por el exceso de movimiento y de actividad sin control ni consciencia del mismo (el movimiento), particularmente en situaciones en las que socialmente no es adecuado o esperado, pero también en aquellas en las cuáles es permitido, como por ejemplo: mover las manos y pies, menearse constantemente de un lado a otro, tener dificultad para planear las actividades, hablar excesivamente, responder de manera motriz ante los estímulos que observan, sin concentrarse en uno sólo.

La Impulsividad, es la incapacidad para detenerse y reflexionar en las consecuencias de reaccionar “sin pensar” ante un estímulo, sea externo o interno. Se observa cuando la persona siempre contesta a preguntas y da sus respuestas antes de que éstas hayan sido concluidas, tiene dificultad para esperar su turno, siempre interrumpe o se mete en conversaciones o juegos de otros, y no controla lo que dice. lo que piensa, lo hace y lo dice sin reflexionar en las consecuencias que esto puede acarrear. Además, sigue sus impulsos al llevar a cabo acciones que a veces la/lo pueden poner en riesgo, como subirse al techo a jugar al súper héroe sin medir los resultados de su acción.